Comezón en el destino
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- ¿No tienes a veces la sensación de que alguien te contó el final de tu historia?
- ¿De qué hablas?
- Tengo comezón en mi destino, como una pequeña molestia que quisiera rascarme hasta que deje de sentirla.
- ¡Qué asco!
- No seas ridícula y ponme atención un rato, alguien me dijo el final y al principio no lo creía posible, pero mientras pasa y pasa el tiempo me acerco más y cada día se ve más posible.
- ¿Hablas del destino?
- No, no me estoy explicando.
- Claramente.
- Un día estaba sentado en una banca leyendo, se llamaba el diario de un suicida o algo así, lo curioso es que al principio no dejaba de pensar, "que diferente soy a esta persona".
- Me alegra que digas eso.
- Entonces la historia estaba contada desde la perspectiva de que estabas leyendo su diario, como si fuera Ana Frank emo, pero en lugar de la segunda guerra mundial, iba a la escuela, en lugar de estar encerrado de un sótano durante meses, iba diario de su casa a la escuela y de regreso.
- Suena un poco pretencioso.
- ¿Verdad? pero mientras avanza la historia, descubrí que fue el objetivo todo el tiempo. El titulo te da una premisa, alzas tu guardia y todo el tiempo estás buscando la manera de injustificar el suicidio de este vato.
- Es como si el escritor hubiera empezado con un hándicap.
- ¡Exacto! y continué leyendo, cada vez odiando un poco más al escritor y al personaje principal, perdiendo cualquier tipo de empatía que había ganado por el beneficio de la duda. Y en el último capitulo, hay un twist.
- Humm
- Y empieza todo a tener un poco de sentido, fue un uppercut directo a mi quijada. ¿Quería que se muriera sabes? todo en el libro logro llevarme a eso, en todo momento hasta antes del último capítulo.
- Pero ya era demasiado tarde.
- Entendí por qué quería morirse.
- Y ahora te quieres matar.
- No, poco a poco he creado una premisa a mi vida, el título.